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DROGADICCIÓN

¿QUÉ ES LA ADICCIÓN?

LA ADICCIÓN ES UNA ENFERMEDAD. QUIEN LA HAYA PADECIDO O QUIEN LA PADEZCA, QUIEN HAYA VISTO DE CERCA A UN CONSUMIDOR ACTIVO, QUIEN HAYA TRABAJADO CON ADICTOS RECONOCERÁ SIN DUDARLO LA VERDAD DE ESTA AFIRMACIÓN. LOS LUGARES EN LOS CUALES UN ADICTO SE METE, LAS OSCURIDADES, LOS DESEQUILIBRIOS, LA DISTORSIÓN DE LA REALIDAD QUE EL CONSUMO DE DROGAS PRODUCE EN UNA PERSONA SOLO PUEDE EXPLICARSE POR MEDIO DE ESA PALABRA: ENFERMEDAD.

La adicción es una enfermedad neurobiológica (del cerebro), crónica y progresiva: comienza lentamente y, una vez que se instala, una vez que la persona se enferma, ese trastorno lo acompañará por el resto de su vida. La adicción es primaria: no depende de otra patología para existir. No es necesario padecer de una enfermedad psiquiátrica para ser adicto, aunque muchas veces la drogodependencia venga acompañada de problemas psicológicos graves.

CONSUMO PROBLEMÁTICO

¿Debemos separar el concepto de drogadicción del de “consumo de drogas”? Por supuesto que sí. No es lo mismo un adicto empedernido de pasta base que un consumidor esporádico de cocaína o de éxtasis. No es lo mismo un cocainómano que un consumidor social de marihuana. Sin embargo, la experiencia indica que la adicción es una enfermedad progresiva, es decir, que avanza lentamente. El consumo de droga enferma a las personas. Esto es innegable. Que alguien decida en su sano juicio consumir una sustancia que afecta su estado de ánimo a tal punto de quedar “loco”, “puesto” o “fisura” ya es un indicador de que algo grave está pasando con ella. Si a esto le sumamos la compulsión, la obsesión, la impulsividad en la repetición de esa conducta, más allá de toda lógica, más allá de que su vida personal se destruya, se hace difícil negar que estamos en las garras de una enfermedad neurobiológica.

LAS LEYES SOCIALES Y LAS LEYES NATURALES

La sociedad habilita el consumo de ciertas sustancias y deshabilita el de otras. Se es más permisivo con la marihuana que con la cocaína, se hace la vista gorda con más facilidad con los excesos de alcohol que con el de éxtasis o LSD. La sociedad puede intervenir y hacer distinciones. Sin embargo, los organismos (los sistemas neuronales) no conocen de estas distinciones. El consumo, como dijimos, enferma a las personas: cualquier consumo. Lo que comenzó como una exploración o como el síntoma de un problema emocional profundo se convierte en poco tiempo en un problema en sí mismo. El cerebro se condiciona para consumir drogas, la personalidad se moldea detrás de un hábito de consumo y de mentiras, y la vida de la persona decae hasta fondos impensados.

UNA ENFERMEDAD INVOLUNTARIA

Al adicto, cualquier adicto, le encantaría más que a nadie en el mundo consumir sin que haya consecuencias, sin descontrolarse, sin angustiarse ni angustiar a todos sus seres queridos. No obstante, luego de un primer periodo de exploración con las drogas (que puede llevar meses o años), se hace evidente que nadie consume “voluntariamente”. La persona se llena de justificaciones, construye una identidad alrededor del consumo. Pero no hay allí nada real. Es solo una careta detrás del rostro del desconcierto de no conocer la propia identidad. Es por esto que no puede culparse al adicto de su enfermedad. Él es una víctima más, quizás la única víctima verdadera de lo que le está pasando.

¿CURA O RECUPERACIÓN?

La adicción no tiene cura, pero sí tiene recuperación. La abstinencia de drogas es solo el primer paso hacia la verdadera liberación de la persona. La sobriedad es solo un medio para el fin, que es tener una vida feliz y plena. La fuerza de voluntad tiene tan poco que ver con la recuperación de la adicción como con la de cualquier otra enfermedad. No se trata de sufrir, de “aguantar”, de “tener fuerza”, de que alguien ame tanto al adicto que este logre parar de consumir para complacerla, por amor. No se trata de encontrar cierto trabajo, de ir a vivir a tal lugar para parar de drogarse. No se trata de tener un hijo. Los hijos no son Consejeros en Adicciones, son seres a los cuales hay que cuidar, no cargarles las mochilas de sus padres. Se trata de algo mucho más sencillo: pedir ayuda, dejarse acompañar y guiar, aceptar el sufrimiento y rendirse. Estar dispuesto a soltar el consumo para ganar la libertad de disfrutar un día con uno mismo. Se trata de elegir un tratamiento y de comprometerse con él.

SÍNTOMAS DE DETECCIÓN PRECOZ DEL CONSUMIDOR DE DROGAS:

  • Cambios en la personalidad y excesos de mal humor. Intolerancia general.

  • Caída del rendimiento escolar y/o laboral. Faltas y desapariciones injustificadas.

  • Se extienden los horarios en las salidas nocturnas. Por ejemplo, piensa regresar a una hora y llega más tarde o regresa al día siguiente e inventa alguna justificación.

  • Ojos enrojecidos, boca seca, cambio en el modo de comer.

  • Actividades antisociales tales como mentir, robar, faltar al colegio, etc. No logra cumplir con sus responsabilidades, es poco confiable.

  • Reacción defensiva cuando se mencionan las drogas y el alcohol en cualquier conversación.

  • Depresión, ataques de pánicos o crisis de temor exagerado. Insomnio, cambios en el sueño.

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